La frivolidad nunca se había colado en el Palacio de Bellevue hasta que Christian Wulff fue nombrado presidente de la República Federal de Alemania (RFD) en junio de 2010 por empeño de la canciller Angela Merkel. Esta ligereza política provocó que la discreta figura presidencial, que tradicionalmente representa la autoridad moral del país, se convirtiera en protagonista de las portadas de la prensa rosa. El coqueteo de Wulff y de su ya ex mujer, la pseudo glamurosa Bettina, con los medios de comunicación y su gusto por las relaciones sociales desembocó en un juicio que la prensa alemana ha calificado como “proceso histórico”. Por primera vez en la Alemania reunificada, un jefe de Estado se sentaba en el banquillo de los acusados y lo hacía por un presunto delito de cohecho de 719,40 euros.
El Tribunal regional de Hannover ha decidido este jueves absolver a Wulff al considerar no probado que en 2008, el entonces presidente de la región de Baja Sajonia, se dejara invitar por su amigo el productor cinematográfico David Groenwol -también absuelto- a pasar un fin de semana en Múnich durante la Oktoberfest de 2008. El invitado de honor correspondió a su anfitrión con una llamada telefónica al presidente de Siemens, Peter Löscher, solicitando respaldo financiero para uno de sus proyectos.
A su salida del tribunal, Wulff declaró sentirse “aliviado” por la actuación de la Justicia y agradeció el apoyo recibido desde que en 2011 comenzaran las acusaciones contra él por un préstamo ventajoso recibido de otro amigo empresario. Los coqueteos frívolos de la promesa de la democracia cristiana alemana, error táctico de la canciller, le llevaron a dimitir el 17 de febrero de 2012 después de que la Fiscalía solicitara la retirada de su impunidad. El Ministerio Fiscal le ofreció posteriormente suspender el juicio -en el que solicitaban tres años de cárcel por cohecho- a cambio del pago de una multa de 20.000 euros. Wulff, sabiéndose ya cadáver político, rechazó la oferta con el objetivo de ver restituido su “honor” públicamente.
LA LLAMADA AL BILD.
Con la absolución ha conseguido finiquitar a golpe de portada una polémica presidencia, que tuvo su punto álgido el día en el que él mismo dejó un mensaje amenazante en el contestador del redactor jefe del diario Bild, Kai Dieckmann, para tratar de evitar la publicación de un reportaje sobre sus asuntos privados. Su gran equivocación.
El escándalo que supuso esta llamada telefónica, realizada el 12 de diciembre de 2011 y cuyo contenido completo nunca ha sido revelado por el periódico, obligó al presidente alemán a conceder una entrevista monográfica sobre las sospechas de corrupción a las cadenas públicas ARD & ZDF. La entrevista tuvo lugar el 4 de enero de 2012 y de los 20 minutos que duró, durante seis y medio los alemanes vieron a su presidente defender la libertad de prensa y pedir perdón por su intento de obstrucción. “La llamada al redactor jefe del Bild fue un gran error, por el cual pido disculpas”, afirmó el entonces presidente de la República Federal Alemana, quien mostró su “respeto” por la libertad de prensa y la transparencia. “Los hombres cometen errores”, se lamentó ante los periodistas, que en su segunda pregunta ya le estaban pidiendo explicaciones por su intrusión.
La primera cuestión fue: – Señor presidente ¿ha pensado usted en dimitir?. A pesar de afirmar que no lo hacía porque contaba con el respaldo de amigos y colaboradores, en ese momento, Wulff ya era político muerto. Aquí se dimite por copiar.
Entrevista ARD & ZDR. 4 enero, 2012:
La renuncia tardaría 44 días en llegar. La absolución lo ha hecho dos años y 17 después. Entre tanto, la retirada, un divorcio, miles de reportajes en la prensa, un juicio de tres meses con más de 50 testigos y dos películas para televisión sobre el caso, la última, el pasado martes en prime time y con gran éxito de audiencia. Un tiempo que le ha servido para que la prensa suavizara la posición respecto a su persona a modo de callado examen de conciencia, pero durante el que no ha conseguido su rehabilitación pública. Cuando la frivolidad entró por la puerta del palacio presidencial, la respetabilidad saltó por la ventana. “Me voy a buscar a mí hijo a la guardería”, se despidió el ciudadano a las puertas del tribunal.
Video declaración a la salida del juzgado, 27 febrero 2014: