En alemán existe una palabra concreta para definir la participación de la ciudadanía en las decisiones públicas. Cuando uno está frente a una Mitbestimmung entiende que su posición se va a tener en cuenta en el desarrollo o no de una iniciativa concreta, cuando uno está convocado a una Beteiligung sabe que se trata de una elección electoral clásica, donde tendrá que elegir entre un partido político u otro, que luego será el encargado de tomar sus propias decisiones. El próximo 25 de mayo, los berlineses se enfrentan a ambas. No sólo votarán en las elecciones al Parlamento Europeo, también están convocados a participar en el referéndum que decidirá el futuro del enorme parque público en el que se convirtieron las pistas del histórico aeropuerto de Tempelhof tras su cierre en 2008. Los cerca de 2,5 millones de habitantes de la capital alemana tendrán que decidir entre dejar el campo tal y como está o dar luz verde al proyecto que contempla construir un complejo de viviendas, una gran biblioteca y varias instalaciones deportivas y comerciales en una parte de los 290 mil metros cuadrados de superficie del aeródromo. Proyecto de construcción de Tempelhofer Feld
Esta sorprendente consulta pública desde el prisma español ha sido posible gracias a la recogida de 185.328 firmas emprendida por el movimiento ciudadano 100% Tempelhofer Feld www.thf100.de, que defiende el mantenimiento de este espacio sin urbanizar. Los ciudadanos de Berlín tendrán que elegir entre la propuesta popular, llamada proyecto de Ley Tempelhofer Feld y que presenta un plan de desarrollo sostenible del campo, y el proyecto de urbanización presentado por la Cámara de Representantes que cuenta con el apoyo del SPD y la CDU.
La condición de lugar histórico, construido por el Tercer Reich entre 1936 y 1941, y protagonista del puente aéreo que abasteció el Berlín occidental durante el bloqueo comunista de 1948, combinada con la basta extensión de uso libre que es hoy en día, hacen del campo de Tempelhof un lugar mágico y único. El magnífico edificio de la terminal, que acoge la celebración de ferias y eventos, junto con la posibilidad de pasear por la pistas de aterrizaje y despegue rodeadas de campo, representan el símbolo máximo de esa libertad que sirve como reclamo principal a la ciudad de Berlín.
Pero la capital alemana es hoy en día una ciudad en pleno boom urbanístico. Cada día se anuncia la construcción de un nuevo edificio en alguno de los bastos terrenos surgidos tras la caída del muro o gracias al cierre de alguno de los míticos clubs a orillas del Spree. El desarrollo es imparable, mientras los alquileres y el precio de la vivienda suben a ritmo trepidante, los expertos inmobiliarios calculan que se necesitan entre 10.000 y 12.000 nuevas viviendas por año hasta 2030 para cubrir la demanda por el incremento de población. Berlín está derribando poco a poco su propio lema identitario: “Pobre pero Sexi” (Arm aber Sexy), tan masticado por su alcalde desde 2001, el socialista Klaus Wowereit. Una alcaldía en jaque por la ruinosa construcción del aeropuerto de Brandenburg-Williy Brant, cuya apertura estaba prevista para 2010, pero que aún no ha podido ser inaugurado.
Los promotores del referéndum por el mantenimiento del campo de Tempelhof han calificado la consulta de histórica. Consideran que el resultado no sólo decidirá el futuro de uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, sino que podría dar forma a la política de desarrollo urbanístico de Berlín, vinculando su transformación a la decisión de sus ciudadanos.
Unos habitantes que acudirán a las urnas mientras observan cómo crece el edificio de viviendas de lujo con vistas al Spree, cuya construcción provocó en febrero de 2013 el derribo sorpresivo de 50 metros del emblemático muro que alberga la East Side Gallery, a pesar su calificación de monumento protegido y de las protestas ciudadanas. Un proyecto www.livingbauhaus-berlin.de que también fue rechazado por los berlineses en una consulta pública celebrada en 2008, pero que cuatro años después fue aprobado sin previo aviso por las autoridades de la ciudad. Un precedente que hace dudar de si el campo de Tempelhof se enfrenta el próximo 25 de mayo a un referéndum popular o a un réquiem encubierto. ¿Mitbestimmung o Beteiligung?, parece que el alemán está perdiendo su precisión.

Pues ójala no se lo carguen… y que este tipo de consultas ciudadanas tengan efectos y no se las pasen por el forro como con el edificio de lujo… tendría que haber referendums para todo, desde las decisiones del barrio tomadas por los propios vecinos, hasta temas más importantes por todos los ciudadanos de un país… Votaciones a través de internet y todos participando de la política… que los gobernantes fueran meros gestores… en fin… utopías de martes…