Donald Trump mintió al acusar a Barack Obama de haber ordenado espiarle durante la campaña electoral. El director del FBI, James Comey, desmintió al presidente en su comparecencia pública ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes. Comey señaló con firmeza que el Departamento de Justicia no dispone de pruebas para afirmar que Obama pidiera vigilar las conversaciones telefónicas del entonces candidato republicano.
«No hay pruebas físicas de ‘pinchazos’ en la Torre Trump», afirmó Comey en su contestación a la pregunta lanzada por el presidente del Comité de Inteligencia del Senado, el republicano Devin Nunes. El director del FBI dejó así en evidencia al presidente de Estados Unidos en su acusación formulada hace tres semanas contra su predecesor en el cargo a través de la red social Twitter.
Comey desmintió una por una las incriminaciones de Trump. «Ningún individuo en EEUU puede autorizar ‘pinchazos’ (de las comunicaciones) sin una orden judicial», recordó. Ni Obama incurrió en prácticas similares a las del McCarthyismo, -la persecución a presuntos agentes de la Unión Soviética en los años 50- ni se produjo otro caso «Nixon/Watergate», según aseguró Trump en Twitter.
La estrategia de despierte del presidente en pleno escándalo por sus conexiones con Rusia quedó así desmontada este lunes en el Capitolio. Por otro lado y respecto a las injerencias rusas, el director del FBI confirmó que la agencia de inteligencia lleva desde el pasado mes de julio investigando los posibles contactos del entorno de Trump con oficiales rusos.
«Estoy autorizado por el Departamento de Justicia para confirmar que, como parte de nuestra misión de contra-Inteligencia, el FBI está investigando los esfuerzos del Gobierno ruso para interferir en la elección presidencial de 2016, y que eso incluye cualquier relación entre individuos asociados con la campaña de Trump y el Gobierno ruso y si hubo alguna coordinación entre la campaña y los esfuerzos de Rusia», declaró Comey sin entrar en detalles.
Información clasificada
Esta revelación pone en evidencia que el FBI ya indagaba al entonces candidato republicano cuando Comey anunció, en una carta enviada al Departamento de Justicia en plena campaña, que investigaba los correos electrónicos de Hillary Clinton encontrados en el ordenador de una de sus asesoras. Los demócratas acusaron al director de la agencia de inteligencia de interferir en la campaña en su contra con esta publicación. Las pesquisas no dieron resultado alguno, pero dinamitaron la posible victoria de Clinton.
Comey reconoció que el presidente ruso, Vladimir Putin, tenía preferencia por el candidato republicano para ocupar la Casa Blanca. «Putin odiaba a Clinton», afirmó el director del FBI, quien explicó que la intención de los rusos fue «dañar» la democracia estadounidense y advirtió de que «lo volverán a intentar» en 2020.
Ante la Cámara de Representantes, Comey no entró en detalles sobre qué personas del entorno de Trump están siendo investigadas por sus conexiones con Rusia al tratarse de información clasificada. Tampoco concretó cuánto durará el proceso indagatorio. Sin embargo, con su confirmación, el FBI pone en evidencia que el presidente, o sus asesores, están bajo una investigación con posibles consecuencias penales.
Durante la sesión, también compareció el director de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), el almirante Mike Rogers. Ambos rechazaron haber detectado algún tipo de fraude electoral en los estados claves durante las elecciones presidenciales. Esto dio lugar al segundo desmentido al presidente que, tras los comicios, aseguró que más de tres millones de indocumentados votaron por la candidata demócrata sin aportar prueba alguna.
El director de la NSA
El director de la NSA también rechazó que la agencia que dirige hubiera colaborado en la vigilancia de la Torre Trump. Rogers aportó el tercer desmentido a la Administración Trump. Esta vez corrigió a Sean Spicer, el portavoz de la Casa Blanca, es sus insinuaciones lanzadas la semana pasada de que el servicio de inteligencia británico, el GHCQ, hubiera pinchado las telecomunicaciones de Trump.
«Esto claramente frustra a un gran aliado», dijo Rogers. El director del NSA, la agencia que espió a Angela Merkel, dijo que la broma de Trump a la canciller sobre que ambos tienen en común el haber sido vigilados por Obama, «complica las cosas» en la colaboración entre los países.
En mitad de la audiencia de Comey y Rogers, Spicer compareció en rueda de prensa donde volvió a negar cualquier conexión del presidente y su entorno con funcionarios rusos. «Investigar y tener pruebas son cosas diferentes», dijo.
Pero la realidad de la situación es que Trump se encuentra rodeado. En febrero, Michael Flynn, consejero de Seguridad Nacional, dimitió al hacerse público que ocultó sus contactos con el embajador ruso en Washington en los que negoció la respuesta a las represalias de Obama tras la injerencia del Kremlin en las elecciones. Poco después, Jeff Sessions, fiscal general, se recusó a sí mismo de cualquier investigación sobre la conexión rusa por mentir al Senado sobre sus reuniones con el mismo diplomático. El reto de los investigadores es unir estos hechos con los demás contactos mantenidos por otras personas del entorno de Trump con funcionarios rusos y la injerencia en la campaña electoral.
La esperada comparecencia de los directores del FBI y de la NSA dio comienzo a una semana complicada para Trump. La sesión precedió a la audiencia de confirmación de Neil Gorsuch, nombrado por el presidente para ocupar el puesto libre en el Tribunal Supremo, y que se topó con la resistencia demócrata. El presidente afronta a partir de mañana el bloqueo de los republicanos a su plan sanitario para sustituir el Obamacare.
A pesar de las dificultades que atraviesa, Trump volvió a sus ataques a través de Twitter poco antes del comienzo de la sesión de la Comisión de Inteligencia. El presidente de Estados Unidos acusó a los demócratas de «fabricar» las acusaciones de sus conexiones con Rusia para justificar su fracaso electoral. «La verdadera historia es que el Congreso, el FBI y todos los demás deberían investigar la filtración de información clasificada», insistió. Mientras la política hervía en el Congreso, Trump viajo a Kentucky a entregarse al calor de las masas.