El gobierno imposible de Donald Trump

Donald Trump cierra este domingo la peor semana de su corta presidencia. La negativa de los líderes republicanos a apoyar su reforma sanitaria, su presupuesto y su acusación de espionaje lanzada contra Barack Obama dificulta las grandes promesas de campaña del presidente. La resistencia de los suyos demuestra que la mayoría republicana en las dos Cámaras del Congreso no le bastará para imponer su agenda del ‘America First’.

La primera visita de Angela Merkel a la Casa Blanca puso uno de los pocos momentos de política as usual vivida esta semana en Washington. Los dos líderes del mundo sentados frente a frente con la misión de tratar de entablar una relación productiva a pesar de sus profundas divergencias personales y políticas. La tensión cortó el ambiente.

Trump volvió a perder la oportunidad de presentarse como un líder moderado y le negó el apretón de manos a la canciller alemana frente a la prensa. El tono conciliador del presidente hizo su presentación, debut y despedida el pasado 1 de marzo en su primer discurso ante el Congreso. No ha vuelto a recuperarlo desde entonces.

Ni siquiera para afrontar la dura batalla abierta esta semana por los republicanos contra dos de sus propuestas: la reforma sanitaria y el presupuesto para 2018. Ninguna de ellas pasará el trámite del Senado tal y como están redactadas en estos momentos. Los senadores se niegan a aprobar los recortes que incluyen ambas a la población más vulnerable.

A pesar de las dificultades, acabado su encuentro con la cancillería alemana, Trump voló de nuevo a Florida a pasar el fin de semana en su residencia privada de Mar-a-Lago. Cinco de los nueve fin de semana transcurridos desde su llegada al Despacho Oval los ha pasado allí. El presidente dejó atrás un Washington aún embarrado por el paso del martes de la tormenta de nieve ‘Stella’ como metáfora de la complicada situación política que le aguarda a su vuelta.

Separación de poderes, en modo on

Los ‘checks and balances’ que establece la Constitución estadounidense se manifestaron vigorosos contra los excesos del trumpismo. La resistencia de la calle y los demócratas contagió a los líderes republicanos en el Congreso. Hombres fuertes del partido, como los senadores John McCain o Lindsey Graham, no están dispuestos a dejar que el estado salte por los aires en manos de Trump.

Los tribunales, por su parte, se reservaron su parte del protagonismo. Un juez federal de Hawai suspendió el miércoles, un día antes de su entrada en vigor, el corregido veto de entrada a los ciudadanos de siete países musulmanes y refugiados.

Lo hizo pocos minutos antes de que Trump apareciera en un mitin en Nashville (Tennessee). «Es una extralimitación judicial sin precedentes», contestó Trump. La Administración Trump anunció su recurso de apelación el viernes por la tarde. En medio del incendio, el presidente volvió al calor de las masas. Rodeado de seguidores recuperó con ellos los cánticos de campaña como el ‘look her up’ (enciérrenla) dedicado a Hillary Clinton.

El punto álgido de la convulsión continua en la que vive la Administración Trump se produjo al día siguiente cuando Trump se quedó aislado de manera clamorosa por primera vez desde el pasado 20 de enero cuando juró el cargo.

Los líderes del Partido Republicano dejaron solo al presidente en su acusación lanzada a través de Twitter contra Barack Obama por ordenar escuchas telefónicas en la Torre Trump durante la campaña. Desde el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, hasta los líderes del Comité de Inteligencia del Senado, encargados de investigar la supuesta vigilancia, contradijeron a Trump. El asunto se ha convertido en la polémica nacional. ¿Mintió o no Trump?

Sin pruebas de las escuchas

Por el momento, ni una línea de la información clasificada revelada por el director del FBI, James Comey, esta semana en su encuentro con los miembros de los Comités de Inteligencia que investigan el asunto parece dar al presidente.

Trump redobló su apuesta en una entrevista concedida a Fox News al añadir que el supuesto espionaje no solo fue por teléfono, sino que incluyó otros tipos de vigilancia más avanzada como los revelados por Wikileaks. Como en muchas otras ocasiones anteriores, Trump lanzó un aviso en prime time: “Creo que encontraréis asuntos muy interesantes en las próximas dos semanas”.

Las mentiras del presidente están haciendo perder el norte a los miembros de su gabinete. Su consejera Kellyanne Conway se convirtió en la burla nacional al afirmar que los microondas pueden convertirse en cámaras de vigilancia y su portavoz Sean Spicer provocó un conflicto internacional con el Reino Unido a asegurar que los servicios secretos ingleses ayudaron a Obama a espiar a Trump. La Casa Blanca tuvo que disculparse.

Tras este suceso, ante Merkel, Trump dijo que la acusación no fue de su cosecha propia, sino que era la opinión de un experto jurista  entrevistado en la misma cadena de televisión. «Pregunte a Fox News», le espetó a un periodista. Comey vuelve este lunes a comparecer ante el Congreso en audiencia pública. Solo él tiene la información para demostrar la realidad. Esto le permite al presidente jugar al despiste.

Sanidad y presupuesto

El director del FBI dará cuenta también de las investigaciones sobre la injerencia de Rusia en las elecciones. El otro gran escándalo del presidente del que tampoco se conocen las pruebas concretas, sino solo las conclusiones de las dos agencias de inteligencia.

De lo que sí hay papel suficiente para analizar es del plan de salud para derogar el Obamacare, presentado el pasado 2 de marzo, y del presupuesto para 2018 conocido el jueves. El análisis del contenido le permitió a la Oficina de Presupuesto del Congreso concluir que cerca de 24 millones de personas se quedarán sin seguro médico en la próxima década si se aplica el plan de Trump para sustituir el Obamacare.

Los presupuestos presentados por la Administración Trump revelaron un cambio radical para el país. El gasto militar se dispara a costa de otros departamentos como las ayudas al exterior, la educación y la política exterior, así como la supresión de las partidas para los más necesitados.

El análisis minucioso de los informes permitió a los republicanos lanzar una batalla en contra de los planes del presidente. A última hora del viernes, la Casa Blanca anunció que modificaría el texto de la reforma sanitaria. Lo que en palabras de Trump se tradujo con un: «Estamos negociando excelentemente». La verdad de los hechos rompe los sueños del presidente.

 

 


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