Nueva York/19 de noviembre de 2017/Publicado en bez.es
Estados Unidos ha entrado en fase de alerta social tras la victoria de Donald Trump. El aumento de los ataques a musulmanes, latinos y afroamericanos en nombre de la supremacía blanca y la elección de tres ultraconservadores en los puestos clave de la Justicia, la inteligencia y la seguridad nacional han encendido todas las alarmas.
Entre el 9 de noviembre, y el día posterior al triunfo de Trump, el 16 de noviembre, un total de 701 personas denunciaron haber sufrido algún tipo de intimidación alentada por los eslóganes racistas del presidente electo, según los datos recogidos por el Southern Poverty Law Center (SPLC).
Los símbolos nazis volvieron a aparecer en las calles de EEUU. Un total de 60 esvásticas hicieron acto de presencia en fachadas de casas y negocios particulares de miembros de las minorías, así como en lugares como el Cementerio Judío de Orange Country (California), donde alguien escribió loas a Adolf Hitler junto al emblema fascista. «Los supremacistas blancos están celebrando su victoria y muchos están sintiendo un resurgir de sus ideas», explica Richard Cohen, presidente de SPLC.
La preocupación por este peligro empujó a miles de personas a la calle en las principales ciudades del país en contra del presidente electo. Los manifestantes corearon lemas como «No a Trump, no al Ku Klux Klan, no a unos Estados Unidos fascistas». Su objetivo era demostrar que no tenían miedo a las ideas radicales expuestas por Trump durante la campaña.
La ultraderecha en el poder
Si al principio se especulaba con que Trump iba a moderar su discurso tras las elecciones, los primeros nombramientos de su Administración advierten lo contrario. La ultraderecha tendrá acceso directo al Despacho Oval. Tres políticos leales y radicales en sus ideas ocuparán los cargos de consejero de Seguridad Nacional, fiscal general y el director de la CIA.
Estos son, por orden, el general retirado Michael Flynn, que se ha visto envuelto en varias polémicas por sus comentarios contra los musulmanes; el senador de Alabama Jeff Sessions, muy duro con las políticas de inmigración y que ejercerá el cargo equivalente al de ministro de Justicia; y el congresista por Kansas, Mike Pompeo, miembro del Tea Party y de ideas ultraconservadoras.
Sus nombres se suman al del controvertido Stephen Bannon, nombrado jefe de Estrategia en los primeros días tras el triunfo. Bannon es el cerebro del fenómeno Trump y el rey de la propaganda supremacista blanca, difundida a través de la web de noticias Breibart News, de la que fue director ejecutivo. Este medio es el altavoz de las asociaciones ultraderechistas como ‘The Alternative Right’, conocida como ‘Alt-Right’. Contra él han dirigido su ira tanto los manifestantes como varios altos cargos del partido demócrata que piden al presidente electo que prescinda de sus servicios. En lugar de hacerlo, Trump ha ampliado la lista de radicales de su Administración.
Ataques a inmigrantes
Las alarmas volvieron a saltar ayer entre las minorías al conocer la noticia. «Hay muchos estadounidenses que nos apoyan, pero también los hay que nos atacan, nos amenazan y nos asustan», alertaba Harris Zafar, portavoz de la asociación musulmana más antigua de EEUU, la Ahmadiyya Muslim Community, en la CNN. «Da miedo salir a la calle, no sabemos si mañana estaremos en el país o no», comentaba Ruth Pineda, una inmigrante mexicana que lleva nueve años en EEUU y con dos hijos nacidos en el país.
Según las cifras recogidas por SPLC, los inmigrantes de distintas nacionalidades fueron los que más intimidaciones (un total de 206) sufrieron durante la primera semana de la era Trump. A estos les siguieron los afroamericanos (151), el colectivo LGBT (80), los musulmanes (52) y las mujeres (36). Esta semana el FBI alertó también de que las agresiones a musulmanes aumentaron un 67% en 2015, respecto al año anterior. Los contrarios a Trump, por su parte, protagonizaron una veintena de intimidaciones y acosos.
Los denuncias recogidas relatan insultos de ciudadanos de raza blanca a musulmanes, latinos, gays e, incluso, entre niños. Gritos de «poder blanco» a personas de otras razas, insultos como llamar «terrorista» a mujeres con hijab o recordatorios de las deportaciones que les esperan son las situaciones más comunes que describen los denunciantes. No solo sucedieron en la calle (82), los lugares de acoso incluyeron escuelas (149), negocios (129), universidades (114), propiedades privadas (72) y tráfico (42).
Unas denuncias por presuntos delitos de odio que Breibart News calificó de falsas, al mismo tiempo, que acusó a los manifestantes «anti-Trump» de provocar disturbios en todo el país. El presidente electo pidió a sus seguidores que pararan cualquier tipo de agresión en su única entrevista concedida desde el 8 de noviembre al programa 60 Minutos.
Iniciativas contra los ataques
Ni su llamada a la calma ni las movilizaciones callejeras le hicieron descartar a los hombres más «duros» de la derecha para los puestos más altos de su Administración. La sociedad civil, por su parte, se ha comenzado a armar contra los posibles brotes xenófobos. Las asociaciones como SPLC o el Consejo de Relaciones Americano-Islámicas (CAIR, por sus siglas en inglés) han abierto canales de denuncia vía Internet.
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, ha habilitado una línea telefónica para reportar cualquier situación de discriminación en el estado. Una iniciativa ciudadana anima a la gente a colocarse un imperdible en un lugar visible de la vestimenta como símbolo de tolerancia.
La consigna por parte de las principales filas demócratas es la de seguir con las movilizaciones y con la vigilancia a cualquier ataque a los derechos civiles tanto por parte de la Administración Trump como por sus seguidores. El senador por Vernon Bernie Sanders y la senadora por Massachussetts Elizabeth Warren son las dos figuras más combativas.
Las protestas tuvieron también el respaldo del presidente de EEUU, Barack Obama. «No voy a recomendar a la gente ser silenciosa, pero les aviso de que las elecciones importan, votar importa y estar informado importa», declaró Obama el jueves en Berlín, durante la rueda de prensa conjunta con la canciller alemana, Angela Merkel. Las movilizaciones están llenas de jóvenes que no acudieron a votar el pasado 8 de noviembre.