La tensión EEUU-Rusia aumenta tras el ataque de Trump a Siria

El bombardeo de Estados Unidos sobre Siria ha tensado las relaciones con Rusia con consecuencias imprevisibles. El Pentágono investiga ahora la posible intervención rusa en el ataque químico del pasado martes sobre la región siria de Idlib, según fuentes internas citadas por la prensa estadounidense.

La luna de miel mantenida hasta hora entre Donald Trump y Vladimir Putin está a punto de finalizar. Las diferencias entre Washington y Moscú sobre el conflicto sirio se han hecho visibles por primera vez tras la operación militar lanzada por Estados Unidos sobre el país árabe.

El Departamento de Defensa estadounidense está investigando la posible complicidad de Rusia en el ataque químico que acabó con la vida de 86 personas y dejó centenares de heridos. Las sospechas se basan en el apoyo militar que el Kremlin aporta al régimen sirio de Bashar al Assad y en las negociaciones fallidas que mantuvo Barack Obama con Putin para tratar de llegar a un acuerdo para eliminar las armas químicas en Siria, según fuentes internas del Pentágono.

Este paso dado por Washington llega después de que el Putin haya acusado a EEUU de llevar a cabo una agresión sobre una nación soberana, según declaró este viernes el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov. Rusia ha suspendido la línea de comunicación que mantenía con el Ejército estadounidense y ha reforzado las defensas antiaéreas sirias, según informó el Ministerio de Asuntos Exteriores en Moscú.

«El presidente ve los ataques estadounidenses a Siria como una agresión a un Estado soberano, violando las normas del derecho internacional y, encima, bajo un pretexto inventado», dijo Peskov. El presidente de Estados Unidos logró el jueves romper su aislacionismo y erigirse como el líder del orden mundial, tras ordenar la respuesta aérea sobre Siria.

Siria y Rusia contra la comunidad internacional

Menos de diez horas después del lanzamiento de 59 misiles crucero Tomahawk sobre la instalación militar Shayrat Airfield en la provincia de Homs, al oeste de Siria, desde la que supuestamente se inició el ataque tóxico, las espadas están en alto. Las primeras reacciones han dejado de manifiesto que la comunidad internacional está del lado de Trump frente a las protestas rusas y sirias.

«Estados Unidos se ha convertido en socio del Estado Islámico», declaró el ejército sirio sobre el ataque que se saldó con siete fallecidos, varios heridos y daños materiales importantes. Esta posición fue respaldada por el embajador ruso ante la ONU, Vladimir Safronkov, en la reunión de urgencia convocada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU). La OTAN, por su parte,  señaló al régimen de Bashar al Assad como «pleno responsable» de la situación creada en Siria por su «inaceptable» uso continuado de armas químicas.

La Unión Europea, por otro lado, en palabras del presidente del Consejo, Donald Tusk, manifestó el respaldo a la ofensiva aérea conducida por Donald Trump «para acabar con la brutalidad en Siria». El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, expresó su preocupación por el “riesgo de una escalada” del conflicto en Siria y pidió «contención» a los países involucrados

España ve la acción de EEUU «proporcionada»

El Gobierno de Mariano Rajoy consideró que Estados Unidos ha actuado de forma «proporcionada» en respuesta al ataque químico del martes en Idlib y apeló a que se ponga en marcha un proceso de transición política en Siria que lleve la paz a este país.

En un comunicado, el Ejecutivo sostuvo que el ataque ordenado por Donald Trump en Siria «es una respuesta medida y proporcionada a la utilización por el Ejército sirio de armas químicas contra la población civil del país», en referencia al ataque ocurrido en Jan Sheijat en el que murieron alrededor de un centenar de personas, entre ellos numerosos niños.

Tras recordar que, «el uso de armas químicas está prohibido por el Derecho Internacional y constituye un crimen de guerra cuyos responsables deben ser conducidos ante la justicia», el Gobierno ha puesto en valor que la acción de Washington ha sido «contra una base militar y no contra objetivos civiles» y ha opinado que «sirve para mermar las capacidades militares del régimen de volver a utilizar este tipo de armas contra su población».

Cambio de posición de Trump

La operación lanzada por la Fuerza Aérea de Estados Unidos supone la primera acción directa estadounidense sobre las posiciones del régimen sirio de Bashar Asad desde el comienzo de la guerra hace seis años.

«Nos enfrentamos al desafío de un mundo muy problemático. Mientras Estados Unidos defienda la justicia, prevalecerá la paz y la armonía», añadió Trump. El presidente de Estados Unidos materializó así su cambio de posición respecto a Siria tras el ataque tóxico. «Es un interés vital de seguridad nacional», defendió haciendo un llamamiento a los países aliados a unirse contra las atrocidades del régimen de Damasco.

Hasta el pasado martes, Trump había mantenido que la salida de Asad del gobierno sirio no estaba entre sus prioridades. Todo cambió en menos de 48 horas. A primera hora de la tarde de este jueves, el secretario de Asuntos Exteriores, Rex Tillerson, ya había apuntado que la acción del gobierno sirio era una «cuestión seria que requería una respuesta seria». A pesar de la advertencia, nadie esperaba una respuesta inmediata sobre el país de Oriente Próximo.

El lanzamiento se produjo desde los destructores USS Ross y USS Porter que operan en el Mediterráneo y con base en Rota (Cádiz). El bombardeo tuvo como objetivo destruir el almacenamiento de gasolina, el suministro de municiones, los sistemas de defensa aérea y los radares de la instalación militar, según informó el Pentágono en un comunicado. El gobernador de Homs informó de que el ataque dejó 16 muertos, nueve de ellos civiles, según AP.

Rusia se acoge a la ley internacional

Antes de ordenar el bombardeo como Comandante en Jefe del Ejército de Estados Unidos, Trump informó a varios líderes del Congreso, a algunos países aliados y notificó a Rusia la operación.

Trump sigue sin criticar a Putin, mientras continúa la investigación sobre las conexiones de sus asesores con personas cercanas al presidente ruso y su injerencia en las elecciones. Las consecuencias son todavía imprevisibles. Lo que ya es una realidad es el giro de la política exterior de Estados Unidos respecto a Siria.

El anterior inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama, comenzó en 2014 a lanzar ataques, en su mayoría con dones teledirigidos, sobre las posiciones del Estados Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en Siria. El ejército estadounidense tiene en la actualidad 900 soldados desplegados en el país. La acción del jueves es la primera operación directa contra Asad, que también lucha contra los terroristas del ISIS pero con la ayuda rusa.

Obama ya propuso en agosto de 2013, una campaña de bombardeos sobre Siria después de un ataque químico en el que murieron más de 1.400 civiles. La negativa del Congreso paralizó su propósito y trató de negociar sin éxito un acuerdo con Putin para eliminar el arsenal químico. Estas armas tóxicas han llevado ahora a Trump a hacer en 48 horas lo que su antecesor no se atrevió en seis años como Comandante en Jefe. Si quiere ir a la guerra, tendrá que pasar primero por el Capitolio.

 

 


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