La presencia del gigante alemán de la banca en las investigaciones sobre el lavado de dinero ruso se ha convertido en un asunto latente. En enero, las autoridades de Nueva York y Londres le impusieron multas por más de 585 millones de euros por facilitar esta actividad. Su nombre aparece ahora en un lugar destacado en la investigación de los lazos de Donald Trump con personas cercanas al Kremlin. El Deutsche Bank es la única gran entidad financiera involucrada en el escándalo.
En Wall Street no es ningún secreto que la entidad con sede en Fráncfort fue el único banco que continuó prestando dinero al entonces magnate inmobiliario y a sus empresas después de sus seis bancarrotas declaradas entre 1995 y 2009. Los demás, sobre todo los grandes bancos estadounidenses como Citigroup, J.P. Morgan Chase o Morgan Stanley, colocaron el nombre de Donald Trump en las listas de morosos y dejaron de prestarle.
Esta circunstancia, conocida por todos, despertó los recelos de los demócratas tras su victoria electoral por los posibles conflictos de intereses que podría acarrear. En especial, porque la entidad alemana se enfrentaba en ese momento a una posible multa de 12.500 millones de euros por parte del Departamento de Justicia de Estados Unidos por su participación en el fraude de las hipotecas basura. Un pacto alcanzado en diciembre zanjó el asunto con el pago de 6.896 millones de euros.
Para entonces, Trump todavía no había llegado a la Casa Blanca y se encontraba en la Torre Trump de la Quinta Avenida en pleno proceso de transición. Fue el momento de las reuniones secretas de su yerno Jared Kushner con el presidente del banco ruso VEB, Serguéi Gorkov, el otro prestamista de Trump, y con el embajador Serguéi Kisliak. De la rueda de prensa en la que el futuro presidente anunció que se apartaba de sus negocios privados inmobiliarios y los dejaba en manos de sus hijos. De cuando corroboró que no iba a hacer públicos sus impuestos.
Primeras sospechas
El 20 de enero, Trump juró su cargo con la mancha de la injerencia rusa en las elecciones a sus espaldas y comenzaron los problemas para su entorno más cercano, así como para todo aquel que ha tenido alguna relación con él. Incluido el Deutsche Bank. Once días después, llegó la multa al banco alemán por ayudar a sacar ilegalmente más de 9.341 millones de euros de Rusia, a través de sus oficinas de Moscú, Londres y Nueva York. Nadie conectó en ese momento todos estos hechos.
Pero el avance de las pesquisas sobre los lazos rusos abiertas por el Senado, su ramificación a los negocios del entorno del presidente, y las investigaciones de la prensa estadounidense, han puesto a la entidad alemana en serios aprietos. El Deutsche ha participado en préstamos por valor de 3.076 millones de dólares a las empresas del imperio Trump, o afiliadas, desde 1998, informó The Wall Street Journal. En la actualidad, el presidente de EEUU le debe 263 millones de euros por una garantía personal firmada cuando se negoció la deuda de 2012 a 2015, según Bloomberg.
Así las cosas, esta semana ha entrado en escena el marido de Ivanka Trump y asesor de su suegro en la Casa Blanca. Kushner obtuvo un préstamo de 250 millones de euros del banco alemán un mes antes de las elecciones para la refinanciación de una de sus propiedades en Times Square, según reveló The Washington Post. Kushner era en ese momento uno de los principales asesores de campaña del candidato republicano y el banco trataba de renegociar la multa por el fraude de las hipotecas. Por otro lado, Ivanka Trump y la madre de Kushner también tiene cuentas en la entidad.
La coincidencia en el tiempo de estos dos hechos ha hecho saltar las alertas de los miembros de los dos comités de investigación del Congreso, dirigidos por el fiscal especial Robert Mueller, que ya le investigan, entre otras cosas, por intentar abrir un canal paralelo de conexión con el Kremlin con el embajador ruso.
Las consecuencias
Ante el nubarrón legal que se cierne sobre él, Kushner ha reforzado su equipo legal en el Rusiagate con la contratación del prestigioso abogado Abbe D. Lowell, que defendió al demócrata John Edwards por malversar fondos de campaña para silenciar a su amante. La Casa Blanca ha salido en su defensa alegando que se inhibirá de cualquier pesquisa relacionada con la entidad financiera alemana.
Las presiones políticas sobre el Deutsche Bank llegan desde las filas demócratas. La sospecha que sobrevuela el ambiente, pero que nadie ha verbalizado aún, es quién le dio los avales a Trump para cubrir los préstamos que durante años le concedió el banco alemán cuando nadie le prestaba.
La entidad rechaza cualquier indicio ruso, pero su actitud no ha hecho más que aumentar las dudas, ya que se niega a revelar cualquier detalle financiero del presidente, así como del resto de su entorno, al acogerse a las leyes federales de privacidad. «Estas leyes se aplican incluso si el individuo es un funcionario gubernamental o una persona conocida, e incluso en circunstancias en las que el individuo ha hecho alguna revelación con respecto a su relación con su institución bancaria», explicó en una carta firmada por los servicios legales de la entidad y enviada al Comité de Servicios Financieros de la Cámara a principios de junio.
Su estrategia ha chocado de frente con los demócratas. Un grupo de cuatro miembros de la oposición, liderados por la congresista y miembro del Comité, Maxine Waters, han enviado una carta a los representantes legales del banco en Washington advirtiéndoles de que han malinterpretado la ley y que ésta no se aplica a las solicitudes hechas por el Congreso. El esqueleto en el armario ruso del Deutsche Bank acaba de asomar.