Las mujeres disputan el poder a Donald Trump

Donald Trump no sólo ganó por sorpresa a la poderosa demócrata Hillary Clinton. El magnate millonario y deslenguado aplazó sin fecha la posibilidad de que una mujer ocupe por primera vez la Casa Blanca. Su llegada supuso un ataque frontal a los intereses femeninos en la agenda social de Estados Unidos. La reacción ha sido brutal. Cerca de 10.000 mujeres se preparan ahora para presentarse a las elecciones.

La próxima cita con las urnas tendrá lugar el año que viene. Serán las llamadas elecciones midtern (medio ciclo) que se celebran transcurridos dos años del mandato del presidente. En ellas se eligen todos los sillones de la Cámara de Representantes (435), un tercio del Senado (34 de 100 puestos) y 39 gobernadores de los distintos estados, así como otros cargos locales y territoriales.

Los demócratas esperan esta oportunidad para arrebatar a los republicanos la mayoría en las dos cámaras del Congreso. Pero el proceso promete estar marcado por el nuevo fenómeno de la política estadounidense. La irrupción de una avalancha de candidatas femeninas. Las mujeres no sólo quieren acabar con el presidente misógino, sino que sienten que asalto a la política es ahora o nunca. Su triunfo en unas segundas elecciones pondría el horizonte en ocho años.

Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, cerca de 10.000 mujeres han decidido pasar a la acción en todo el país. Son las cifras que maneja el Centro para las Mujeres Americanas y la Política (CAWP, por sus siglas en inglés), institución de referencia en el estudio de la presencia femenina en el sector público de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey). Su programa de preparación para concurrir a los procesos electorales, Ready to run (Preparada para presentarme), ha pasado de 200 alumnas a esa cifra récord en tal solo un año.

“Trump ha provocado todo esto. Él es el presidente más masculino que hemos tenido, el más men’s men (hombre entre los hombres). Lo que se necesita para llevarle la contraria es una mujer fuerte que se pronuncie contra la dominación masculina”, explica Kelly Dittmar, profesora de Ciencia Política de la Universidad de Rutgers y del CAWP, en conversación telefónica con bez.es.

Fenómeno cultural

Para la experta, esta revolución femenina supone un fenómeno cultural sin precedentes. Un campo abonado para el reconocimiento y el asalto de las mujeres a los puestos de mando. La prueba más visible es la atención que han acaparado en la sociedad y en los medios de comunicación estadounidenses las figuras femeninas que ya ocupan altos cargos públicos como símbolo de oposición al presidente.

Entre las caras que están acaparando los focos están Sally Yates, la fiscal general del Estado despedida por Trump por negarse a defender su veto musulmán; Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata en el Congreso, que con 77 años renunció a retirarse tras ver ganar al republicano; Elizabeth Warren, senadora demócrata por Massachussets y una de las voces más aguerridas; Maxine Waters, la congresista demócrata por California de 78 años que azota al presidente sin pelos en la lengua, y desde las filas republicanas la latina Ana Navarro, que se prodiga por las televisiones con su fiera oposición al presidente.

“Eso demuestra el grado que las mujeres han alcanzado en el poder político. Ahora ellas ocupan posiciones lo suficientemente altas para hacerse oír”, destaca Kelly. Otra señal de la madurez que ha alcanzado la sociedad estadounidense fue el triunfo de Hillary Clinton sobre Trump en el voto popular. Los casi tres millones de papeletas que consiguió la demócrata sobre el republicano demostraron que las mujeres ya cuentan con el apoyo y el consenso de los votantes para llegar a lo más alto. Sin embargo, la paridad en el poder de Estados Unidos sigue siendo una atalaya difícil de escalar. 

En el Congreso de Estados Unidos, las mujeres ocupan 104 escaños, un 19,4% de los 535 miembros de las dos Cámaras. En el Senado, hay 21 mujeres (21%) y 83 en la Cámara de Representantes, un 19,1%. Sólo cinco mujeres son gobernadoras de los 50 estados del país. (Samoa Americana, el Distrito de Columbia, Guam, Puerto Rico y las Islas Vírgenes), según los datos del CAWP.

De cara al futuro

Muchas de las que ahora sienten la llamada de la política no tendrán tiempo para presentarse a las elecciones midterm. Pero su presencia pública en la era de Trump supone ya un revulsivo. Una nueva forma de hacer oposición. «Cuando se le pregunta a un hombre por qué se presenta a las elecciones, la mayoría contesta que porque siempre lo han querido. Cuando se le pregunta a una mujer, la razón principal es su deseo de querer cambiar las cosas», apunta la experta.

De los 50 estados, 22 de ellos nunca han tenido una mujer gobernadora, tres nunca han contado con una figura femenina en el Congreso y menos del 20% de sus cuerpos legislativos están compuestos por mujeres, según datos de la organización sin ánimo de lucro She should run(Ella debería presentarse), que agrupa a 100.000 mujeres y voluntarias para emprender carreras políticas. La política local es el primero objetivo de este movimiento femenino.

La multitudinaria Marcha de las Mujeres celebrada el pasado mes de enero en Washington el día después de la toma de posesión del presidente de Estados Unidos y su numerosas réplicas por todo el país sirvieron de catalizadores de esta nueva ola. La igualdad en política ha entrado ya en la mente de los ciudadanos, el próximo reto es el asalto de las mujeres a los cargos. La preocupación que comparten todas ahora es cómo mantener este empuje durante los próximos cuatro años.

 


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