Trump se asoma al precipicio de la destitución

Donald Trump se encuentra atrapado por sus propios errores. A menos de cuatro meses de su llegada a la Casa Blanca, la amenaza de la apertura de un proceso de destitución (el famoso ‘impeachment’ en inglés) resuena en todos los rincones de Washington. Sus presiones al ex director del FBI James Comey para cerrar la investigación contra su ex consejero de Seguridad Nacional Michael Flynn y la revelación de información clasificada a los rusos han puesto al presidente al borde del precipicio.

El fulminante despido de Comey el pasado 9 de mayo ha precipitado los acontecimientos de un manera imparable. Las continuas filtraciones a la prensa estadounidense de los tejemanejes de Trump para parar la investigación de las conexiones de sus asesores con Rusia ha metido a la Casa Blanca en un torbellino de difícil solución.

Al descubierto han quedado sus modales autoritarios, sus descuidos, sus advertencias mafiosas y un presunto abuso de poder sin precedentes. Mientras Trump ejerce de Trump, la resistencia interna responde a golpe de revelación. En las últimas 72 horas, dos asuntos han dinamitado cualquier atisbo de normalidad política en los Estados Unidos de Trump y han puesto la palabra «destitución» en boca de todos.

A última hora del lunes, el diario The Washington Post revelaba que el presidente de Estados Unidos compartió información clasificada sobre la lucha contra el ISIS con el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, y el embajador, Sergéi Kislyak, en su reunión mantenida un día después del despido del director del FBI. Este hecho no supone un delito en sí porque el presidente está autorizado a ello, según los expertos, pero pone en peligro las relaciones con sus aliados. En especial con Israel, fuente de la información.

Por si esto no fuera suficiente, 24 horas después, el diario The New York Times destapaba que Trump presionó al director del FBI para que cerrara la investigación sobre Flynn sobre sus conexiones rusas. Comey se cubrió las espaldas tras esta insólita presión y redactó un memorándum donde describía cómo el presidente le pidió que «dejase pasar» las pesquisas sobre el consejero de Seguridad Nacional.

Esta reunión tuvo lugar el 14 de febrero en el Despacho Oval, un día después de que Trump despidiera a Flynn. Esta intimidación podría suponer un claro caso de «obstrucción a la justicia» como el que llevó a Richard Nixon a dimitir el 8 de agosto de 1974 por el ‘caso Watergate’, según denuncia la oposición demócrata y numerosos los expertos. «Esta situación de filtración tras filtración cada hora, ya la viví yo en los años 70», declaraba a la MSNBC el veterano senador por Vermont Pat Leahy. Este error puede suponer el principio del fin de Trump.

Sin pruebas

A pesar de la gravedad de las informaciones, todavía no se ha hecho pública ninguna grabación o un documento que supongan una prueba concluyente contra el presidente. Ni siquiera Comey se ha pronunciado sobre la autenticidad de su memorándum. Paradójicamente, los únicos que han amenazado con revelar las cintas sobre lo que dijo Trump a Comey y a los rusos, en sus sendas reuniones en el Despacho Oval, han sido el propio presidente y su homólogo ruso, Vladimir Putin.

Mientras Trump ha amenazado al ex director del FBI con revelar la grabación de su encuentro -otro hecho de dudosa legalidad-, Putin se ha ofrecido al Congreso y al Senado estadounidenses a revelar la transcripción de los sucedido entre el presidente de Estados Unidos y Lavrov. Todo transcurre en una guerra de declaraciones que van reconstruyendo poco a poco los hechos.

La realidad que dibuja la prensa enfrentada a los continuos cambios de argumentos de los miembros de la Administración Trump ha convencido a los demócratas para reclamar a un Senado dominado por los republicanos la apertura de un proceso de destitución. «El presidente debe ser procesado», ha reclamado este martes Al Green, congresista demócrata por Texas. Green ha sido el más enérgico. Su petición resultad todavía muy prematura, pero no está solo.

La acción del Senado

En un primer paso adelante, el Comité de Inteligencia del Senado ha pedido al FBI que remita a la Cámara el supuesto memorándum redactado por Comey y cualquier otro documento que tengan al respecto. Asimismo, los congresistas han invitado al ex director de la agencia a volver a declarar en audiencia pública sobre los sucedido. También quieren las supuestas cintas grabadas en el Despacho Oval.

Esta es la única vía para comenzar a analizar si hubo o no «obstrucción a la justicia» por parte de Trump. La otra petición que resuena desde el cese de Comey es la del nombramiento de un fiscal independiente para encabezar la investigación de las conexiones de los asesores del presidente con Rusia. Los Republicanos en el Congreso se ha negado a dar este último paso. Hasta ahora. Tras las últimas revelaciones de la prensa han aumentado las voces que piden una aclaración sobre los sucedido con Comey y apoyan el nombramiento.

Pero la Casa Blanca aún cuenta con aliados dentro del partido como Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes. En un intento por impulsar la agenda republicana en medio de la tormenta, Ryan ha ofrecido una rueda de prensa este martes para hablar de la reforma de la sanidad y del recorte de impuestos. Y mientras el caos reina en Washington y el silencio se apodera de los miembros de su gabinete, Trump ha vuelto a acusar a la prensa de conspirar contra él. «Ningún político ha sido peor tratado en la historia», ha dicho en un discurso ante la Academia de Guardacostas de Connecticut. La historia ha comenzado a reservarle un hueco, que parece no estar entre los mártires.

 

 


Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s