El empeño de Donald Trump por acabar con el Obamacare le dio ayer su primera gran victoria legislativa. Tras más de siete años de lucha y después del sonoro fracaso del pasado mes de marzo, los republicanos en la Cámara de Representantes aprobaron por tan solo un voto más de los necesarios el primer paso para desmantelar la herencia sanitaria de Barack Obama.
Las consecuencias de esta decisión son todavía impredecibles para millones de estadounidenses. La única certeza es que muchos de ellos verán como cambia sustancialmente su acceso a la sanidad. Las peores previsiones estiman que 24 millones de ciudadanos se quedará sin cobertura médica en los próximos diez años, según los cálculos elaborados por la Oficina de Presupuesto del Congreso para el anterior proyecto de ley que naufragó hace poco más de un mes por falta de apoyos.
La alarmante cifra provocó el primer gran fiasco de Trump. Así que en el segundo intento, los republicanos no esperaron a tener el análisis del impacto económico y social de este organismo independiente para llevar la iniciativa a la Cámara de Representantes. Trump consiguió así el primer paso para cumplir su gran promesa electoral.
«Esto es derogar y reemplazar el Obamacare», proclamó el presidente de Estados Unidos en una rueda de prensa celebrada en el Rose Gardende la Casa Blanca, donde se celebran los triunfos legislativos. Flanqueado por los 217 congresistas republicanos que apoyaron la propuesta de ley, solo 23 votaron en contra, Trump auguró una «victoria increíble» de la reforma en el Senado. Pero el magnate dio muestras de no asumir todavía su papel. «Soy presidente, soy presidente, lo podéis creer”, exclamó mientras se giraba a mirar a los congresistas.
Junto a él también comparecieron el vicepresidente, Mike Pence; el presidente de la Cámara de Representantes y el responsable del proyecto, Paul Ryan; y el líder de la mayoría republicana, Kevin McCarthy. «Bienvenidos al principio del fin del Obamacare”, proclamó Pence. «Gracias presidente por tu liderazgo», dijo Ryan, para acallar las voces de quienes pedían su despido. «Vamos a mejorar la vida de los estadounidenses», prometió McCarthy. «Estamos más unidos que nunca», contestó Trump.
La gran batalla del Senado
La unidad de la que se vanaglorió el presidente es, por el momento, relativa. Este primer paso es sólo una victoria psicológica para Trump, ya que el proyecto de ley se dirigirá ahora al Senado, donde se verá si los senadores republicanos comparten la misma idea de acabar con el Obamacare que sus colegas de la Cámara de Representantes.
Muchos de ellos ya han mostrado su preocupación sobre cómo afectarán los cambios a los estados que ampliaron los programas de salud para los más desfavorecidos con el llamado Medicaid, bajo el Obamacare, y si se elevará las primas a niveles inasequibles para los más mayores. Se abre así ahora otro periodo de duro intercambio político para el gran negociador.
La gran pregunta es qué sucederá con la actual prohibición a las aseguradoras de negar un seguro a las personas con enfermedades previas como diabetes, cáncer o dolencias cardiacas. Trump logró saltar este obstáculo con la promesa de destinar 8.000 millones dólares a cubrir este tipo de pólizas. Sin embargo, nada asegura que esa cantidad sea suficiente ni que la ley garantice los seguros para estas personas.
La Comisión de Presupuestos del Congreso tiene previsto emitir la semana que viene su informe de valoración económica de la nueva propuesta. Será el momento de saber si las cifras del impacto de la nueva ley siguen siendo las mismas o si las previsiones son más optimistas. Por el momento, solo existen valoraciones de organizaciones independientes que contradicen en su mayoría las promesas de Trump. El camino que queda por delante es difícil y arriesgado.
El rechazo de los demócratas
Los demócratas fueron los primeros en augurar que la reforma de Trump no pasará en trámite del Senado. Tras votar en contra por unanimidad, Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata en de la Cámara de Representantes advirtió de que la medida será devastadora para la salud de los estadounidenses, pero también para los republicanos que votaron a favor.
«Es un golpe para los trabajadores estadounidenses y un regalo para los ricos y para las corporaciones», declaró Pelosi. Los detractores del plan sanitario de Trump ven en el recorte de 8.800 millones de dólares que plantea una contrapartida para compensar el aumento del déficit que provocará la histórica bajada de impuestos prometida por el presidente.
En el plano político, los demócratas pronosticaron la pérdida de poder de los republicanos en el Congreso. «Brillaréis en la oscuridad», advirtió Pelosi a sus contrincantes políticos. Nada más producirse la votación, un grupo de congresistas demócratas cantaron a los republicanos el estribillo «na na na na, na na na na, hey hey hey, goodbye» de una conocida canción pop de los 70 del grupo Steam. En el horizonte están las elecciones legislativas de noviembre de 2018. Los republicanos se juegan su mayoría en las dos cámaras del Congreso. Ayer también comenzó la carrera para esta cita electoral.